Las relaciones entre la pintura y la poesía inquietaron de tal modo a críticos renacentistas y barrocos que –basándose en la máxima de Horacio: ut pictura poesis– llegaron casi a confundirse.
Uno que suele pintar a diario, gusta y disfruta de la poesia. Y conoce y trata a muchos de esos poetas que le inspiran al leer y releer sus poemas. Y es que la poesia, se dice, no se ve, ni se palpa, ni se huele, pero se oye en el oido del espiritu.
Y en este sentido y en otro, he leido y suelo leer la poesía del sacerdote Lázaro Domínguez, que cumplirá 60 años entre nosotros, y del que me siento privilegiado de disfrutar de su ya vieja amistad.
Con una permanente y renovada poesía, escritor prolífico, el padre Lázaro Dominguez naceria en Zamora en el 1936, pero vive entre nosotros desde agosto del 1959, que ya son años.
Y aparte de sus imnumerables premios alcanzados, sus novelas escritas, sus sentidas pláticas religiosas y, sobre todo, su buen hacer en el exquisito cuidado con que viene trabajando (a lo largo de todo este tiempo puliendo sus palabras hasta transformarlas en orfebreria estrictamente poética) que ya en 1989, la veterana Asociación de Artistas SAF le concederia un primer premio en O poeta azul de Ferrol, por su poema 'La brisa de la tarde', amén de otros… nombrándolo Socio de Honor en noviembre del mismo año, amén de solicitar del Concello de Ferrol, en repetidas ocasiones, que se le nombrase Hijo Adoptivo de la ciudad… No ha sido posible, para que este sacerdote/poeta/escritor y los muchos que lo aprecian, en ese próximo cumplir años de estancia entre nosotros, puedan disfrutar de la merecida celebración de este destacado poeta.
Carlos Barcón
Fuente: Galicia Ártabra Digital