Del viernes al domingo pasado (16-18 de febrero), se celebró en Madrid el encuentro de laicos sobre el Primer Anuncio, organizado por la comisión episcopal para los Laicos, Familia y Vida, con el lema «Pueblo de Dios unido en la Misión«.
Dos palabras que ya conocemos: “Sinodalidad” y “discernimiento” nos pueden ayudar a hacer posible el sueño de Dios. El discernimiento es una actitud en la vida, es escuchar el Espíritu Santo que nos lanza a la misión. Todos los creyentes, laicos, consagrados, sacerdotes y obispos, somos una misión y estamos llamados a anunciar a Jesús. Convocados a discernir si nuestras acciones están fundamentadas por lo que el Espíritu Santo nos inspira y quiere.
Hay que abrir las puertas de las iglesias y dejar que Cristo salga, como recoge el papa Francisco en sus escritos. Una condición primordial del Primer Anuncio es haber tenido un encuentro con Jesucristo. Como decía Benedicto XVI: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (DC 1). Sin el ardor vivo del amor primero no se puede comunicar la fe, porque solo se puede transmitir lo que se vive, lo que se conoce.
Necesitamos testimoniar, ser creativos, mirar con misericordia, promover espacios para el encuentro con Jesús. Anunciarle en nuestro día a día, con escucha activa, diálogo, paciencia, confianza… porque Cristo está en el otro y solo tenemos que ayudarle a descubrirlo. Hemos de utilizar nuevos lenguajes, nuevas formas, pero siempre buscando el encuentro con Cristo. La realidad es que nuestras parroquias necesitan una conversión pastoral… Es más, cada uno de nosotros necesitamos convertirnos, hablamos de una conversión permanente. Podíamos empezar aplicando la metodología que nos proponía «Fano»: abandonemos el «QUECRI» y lancémonos al «FELIGRA” (quejarnos-criticar versus felicidades-gracias).
Catequesis y Primer Anuncio no son lo mismo, son complementarios, y, en este caso el orden de los factores sí altera el resultado. Porque la transmisión de contenidos catequéticos, sin haberse encontrado con Jesús, hace que el sistema se nos caiga. Por eso, es necesario saber conectar el Primer Anuncio con la catequesis: realizar una catequesis kerigmática donde los procesos de iniciación cristiana favorezcan el encuentro con Jesús.
En el Primer Anuncio el protagonista es el Espíritu Santo que nos precede, nos envía, nos saca de nuestra zona de confort y, además, de algún modo, está presente en los hermanos. Todo bautizado está llamado a vivir la vocación a la santidad con el ardor del Espíritu Santo, pero sin la conversión a Jesús esto no es posible. Anunciar a Jesús forma parte de la vocación de aquellos que somos creyentes y hemos sido bautizados.
Y aunque durante este fin de semana nos hemos centrado en el Primer Anuncio, no podemos olvidar la necesidad de los otros tres itinerarios: acompañamiento, formación y presencia en la vida pública. Sin ellos no tendría sentido el Primer anuncio. Estos cuatro itinerarios están recogidos en el plan pastoral de nuestra diócesis de Mondoñedo Ferrol como líneas de acción que queremos asumir y desarrollar hasta, de momento, 2026. Y digo de momento, porque estos cuatro itinerarios o líneas de acción son fundamentales en todo creyente y para la Iglesia, por lo que habrá que seguir teniéndolas presentes en nuestro horizonte.
Todos estamos llamados, cada uno a una vocación distinta; todas son complementarias y todas están enfocadas a hacer presente a Cristo a nuestro alrededor. Pero también es cierto que los laicos somos mayoría en la Iglesia y estamos insertados en el mundo. Por eso tenemos esa especial tarea de llevar a Jesús a nuestros ambientes. Aunque, no lo olvidemos, debemos caminar juntos para construir algo que permanezca en el tiempo, para formar parte de la historia de la salvación del mundo. ¡Unidos, demos testimonio que transforme la realidad y los corazones de los que están a nuestro lado! Es muy importante evitar la tentación de ir cada uno por su lado, sabemos que el Espíritu Santo es nuestra fuente de comunión.
Los que hemos participado en el encuentro una vez que llegamos a la diócesis tenemos varias tareas que realizar: compartir lo vivido, animar a otros, potenciar lo que ya estamos viviendo y aplicar lo nuevo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos envían desde la Iglesia, en sinodalidad, a anunciar al mundo la buena noticia. Somos Iglesia en misión que sale a las periferias que necesitan la esperanza y la salvación que solo Jesús nos puede ofrecer, Dios ya está actuando en nosotros y en la Iglesia. Dejemos actuar al Espíritu Santo, que él nos marque la dirección correcta, la dirección del Reino.
Os invito a que leáis las conclusiones cuando estén colgadas, ahí podréis encontrar muchas pistas para poner en práctica el mandato de Jesús: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio”.
Mar Sarmentero
Delegada de Laicos, Familia y Vida de Mondoñedo-Ferrol
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