Al finalizar prácticamente la visita pastoral al arciprestazgo de Ferrol, quiero compartir con vosotros algunas sensaciones que he recibido estos meses:
· Constatar y agradecer la enorme cantidad de personas sencillas que realizan un compromiso en cada una de sus comunidades parroquiales en servicios múltiples: catequistas, agentes de Cáritas, liturgia, cofradías, grupos de formación… GRACIAS Y MUCHO ÁNIMO.
· Constatar y agradecer el enorme esfuerzo que hacen nuestros sacerdotes en el acompañamiento de las parroquias y unidades pastorales que se les han confiado. En su debilidad son frágiles instrumentos de una gracia que nos viene dada… GRACIAS Y SIGAMOS ENTREGÁNDONOS.
· Constatar y agradecer el enorme legado que hemos heredado: nuestra Iglesia ha hecho historia, cultura, tradición… Ha acompañado a nuestro pueblo en sus luces y sombras, en sus fragilidades y esperanzas. RECONOZCÁMONOS HIJOS DE UNA HISTORIA DE SALVACIÓN.
· Constatar y agradecer la experiencia de fe de cada uno de los agentes de evangelización con los que nos hemos encontrado. Cada uno tiene su propia historia de encuentro de fe con Jesucristo, cada uno es una obra de arte del camino que el Señor va haciendo en nosotros. NO NOS DEJEMOS ROBAR LA EXPERIENCIA DE JESÚS Y PROFUNDICEMOS EN ELLA.
· Constatar y agradecer el espíritu misionero que sigue inflamando a nuestra Iglesia: nos duele que no seamos más, nos duele que no sepamos transmitir la fe a las nuevas generaciones, nos duele que las familias no se hagan presentes, nos duele la ausencia de jóvenes. El dolor es el fundamento del valor que damos a la fe. NO PERDAMOS EL ESPÍRITU MISIONERO DE SALIR Y COMPARTIR LA FE. ¡NO NOS DEJEMOS ROBAR EL ENTUSIASMO MISIONERO!
· Constatar y agradecer la presencia de un núcleo de comunidad en todas y cada una de las parroquias y las unidades pastorales. Ese núcleo de comunidad es el que da vida a la parroquia y sostiene la presencia de la fe en los territorios cada vez más descristianizados en los que nos encontramos. Sigamos cuidando la comunidad, sobre todo en el domingo, el día del Señor. Esforcémonos por dedicar espacios para la comunidad, para su formación, para su acogida, para su cuidado…Esmerémonos en la celebración dominical bien celebrada, cantada, participada, con espíritu de acogida…¡NO NOS CANSEMOS DE CUIDAR LA COMUNIDAD NI EL DÍA DEL SEÑOR!
· Constatar y agradecer la presencia de cristianos en la vida pública y en la humanización de nuestros barrios, asociaciones, organizaciones, empresas, mundo deportivo, cultural, asociaciones del tercer sector…. ¡Cuánto trabajo y esfuerzo para humanizar nuestro mundo y para que todos estemos incluidos! Nuestras comunidades cristianas están llamadas a apoyar, alentar, enriquecer desde sus valores estas causas justas que se dan en nuestra ciudad. No podemos vivir al margen de lo que sucede a nuestro alrededor. ¡NO OLVIDEMOS QUE TENEMOS QUE SALIR MÁS… Y SER PUENTES EN UN MUNDO DIVIDIDO!
· Constatar y agradecer que el Espíritu va guiando esta Iglesia, pequeña, frágil, con muchas carencias… pero con la esperanza de querer ser fiel. Se presentan ante nosotros algunos retos. Os presento los cinco que me parecen más importantes: el reto de la formación de agentes es urgente, especialmente de adultos en clave catecumenal que derive en el descubrimiento de los ministerios en la Iglesia como forma de corresponsabilidad; el trabajo en las UPA y arciprestazgos, especialmente para abordar sectores de la población que nos son más complejos y a los que no llegamos (jóvenes, matrimonios y familias, mundo social, primer anuncio…); el cuidado de la acogida a todos, especialmente con los que nos vienen de fuera; la reflexión sobre la iniciación cristiana para que ayude a tener un encuentro personal con el Señor; el cuidado de la espiritualidad que nos ayude a ver nuestro mundo y situarnos en él… Entre todos tendremos que reflexionar cómo afrontarlos. ¡NO ESTAMOS SOLOS, EL ESPÍRITU NOS VA LLEVANDO Y ALENTANDO!
· Constatar y agradecer el cariño del Pueblo de Dios a su pastor como el que viene en nombre del Señor. Me siento muy agradecido por esta experiencia de encuentro, de pastoreo, de animación de la comunidad cristiana. ¡SIGAMOS TODOS TRABAJANDO SINODALMENTE!
Elevemos nuestra acción de gracias al Padre, en el Hijo por el Espíritu por la oportunidad que hemos vivido a lo largo de este curso. Que a todos nos haya ayudado a vivir con más intensidad nuestra fe y nuestro discipulado misionero.
Vuestro hermano y amigo,
+ Fernando, obispo de Mondoñedo-Ferrol