Al hilo de la lectura del Directorio del Arciprestazgo y del Arcipreste.
Para un buen funcionamiento del arciprestazgo tiene que haber una MÍSTICA, una ESTRUCTURA, un BUEN DIRECTOR y una METODOLOGÍA.
Una mística
No haremos nada si no estamos convencidos de lo que nos traemos entre manos. Las mejores estructuras quedan vacías y huecas si no tienen vida y no existe voluntad de que exista vida. Por ello, en esa mística (o espiritualidad, o actitudes…), señalaría algunas de las que debemos de estar convencidos:
1.- La SINODALIDAD: No es sólo una palabra, es un estilo y una forma de ser Iglesia. Superar el clericalismo y el individualismo para caminar juntos. Hemos de construir una Iglesia en comunión formada por otros presbíteros, la vida consagrada y los laicos. El arciprestazgo no es sólo un espacio de clérigos, es una plataforma de encuentro, de reunión, de comunión de todos, de teología del encuentro.
2.- La FRATERNIDAD SACERDOTAL: Aunque no es sólo de sacerdotes, sí es cierto que también es de sacerdotes. Es un lugar donde hacer realidad la fraternidad sacerdotal: para compartir, preocuparnos unos de otros, ayudarnos, ilusionarnos juntos… En el arciprestazgo se da una complementariedad preciosa que hemos de aprovechar: de líneas de pastoral, de espiritualidades diversas, de edad y de procedencia, de sensibilidades… ¡Aprovechémoslo, no caigamos en las guerras inútiles, en las frustraciones! En tiempos de desierto es un lugar para cuidarnos los unos de los otros, para ayudarnos: lo necesitamos desde el punto de vista personal, espiritual, social… Es un testimonio de vida el que damos. También es bueno que aquí podamos cubrir salidas, momentos de vacación…
3.- La MISIÓN: El arciprestazgo no es un lugar de diálogos únicamente, de debates o de suspiros-lamentos. Es una plataforma que nos debe ayudar a evangelizar mejor, a pensar juntos formas y maneras de salir, de anunciar, de estar presentes, de unir fuerzas y personas, de soñar… Juntos tenemos que conocer la realidad que vivimos, amarla y asumirla. Y sentirnos enviados a ella con todos nuestros agentes, como Iglesia, con el protagonismo de los laicos. En ese sentido, hemos de ser operativos, audaces…
4.- La CREATIVIDAD PASTORAL: Ante la realidad a la que somos enviados no podemos hacer “siempre lo mismo”. El arciprestazgo puede ser un lugar precioso para dinamizar, promover, soñar nuevas actividades e iniciativas que en nuestras parroquias solos no podemos hacer. Nos falta parresía evangélica. Hemos de equilibrar las diferentes dimensiones de la evangelización: la liturgia, la koinonia, la martiria y la diaconía.
5.- El COMPROMISO: No podemos quedarnos sólo con buenas palabras. Estamos llamados todos a involucrarnos, a trabajar y comprometernos en una pastoral de conjunto. Todos debemos participar. Si alguien no lo desea que, al menos, no estorbe ni moleste.
Una estructura
Las estructuras no son la panacea, pero ayudan a conseguir los objetivos. ¿Cuál es la estructura mínima que hemos de conseguir?
1.- Calendario de reuniones, que tendremos que agendar y a las que debemos de ser fieles.
2.- Una convocatoria con tiempo y con orden del día, pensado y con un objetivo.
3.- Una programación por escrito, que marque los objetivos y que indique las actividades a realizar.
4.- Un consejo de pastoral formado por sacerdotes, consagrados y laicos que indique los objetivos y acciones a realizar, donde se debata y se proyecte.
5.- Unos equipos de trabajo o responsables de área. Todos sabemos que las cosas salen adelante si hay alguien que las piensa, que las proyecta y que tira del carro. Sería deseable que algunas áreas fundamentales en un arciprestazgo tuvieran un responsable o unos responsables.
6.- Unas actividades. Si no se realiza ninguna actividad juntos de cara a la misión, el arciprestazgo no tiene vida, estructura vacía. Sería deseable que, siguiendo el Directorio, se estableciera algún encuentro de laicos, vida consagrada y laicos. En unos arciprestazgos tan grandes muchos de ellos, habrá que cuidar las sedes de las mismas: en algunos casos habrá que concentrar, en otros duplicar o dispersar…
Un buen director
El arcipreste tiene una función importante: no es el que realiza todo, pero sí es el director. Por eso anima, alienta, promueve, ilusiona… Es importante redescubrir las funciones que aparecen en el Directorio como agente de comunión. Pero también tiene que ser operativo o llevar a operatividad las reuniones moderando, haciendo callar, aunando voluntades…
Metodología
Tenemos un buen equipo pero hace falta siempre unas buenas tácticas juego… Propongo algunas que me han parecido importantes y sugeridas en diferentes reuniones:
1.- Comenzar las reuniones dejando un tiempo para que cada uno comparta cómo se encuentra, qué está realizando, qué le preocupa, qué luces ha descubierto en este tiempo…
2.- Dedicar un tiempo a la lectura del evangelio del domingo próximo: para compartir ecos, llamadas, propuestas…
3.- Hacer seguimiento del acta de la reunión anterior para ver si avanzamos o no. En ese sentido, es fundamental revisar las actividades que se realizan.
4.- Tener un orden del día y ser fieles al mismo, intentando sacar propuestas concretas, y siendo fieles a la programación. Hay muchos temas que preocupan y que se pueden debatir arciprestalmente.
5.- Cuidar la amistad sacerdotal: es importante el tiempo de comida, pero también alguna salida conjunta (por Navidad, fin de curso…) que es bueno programar.
Más información:
Reestructuración arciprestal: la diócesis pasa a dividirse en cuatro arciprestazgos
Decreto sobre a reorganización dos arciprestados