Chamorro, una tradición ferrolana a prueba de granizo

Después de una Semana Santa pasada por agua, el Lunes de Chamorro no iba a ser una excepción. Sin embargo, los nubarrones no mermaron las ganas de los romeros, que desde primera hora emprendieron la subida al monte de Serantes para cumplir con la tradición ferrolana aunque los paraguas y los chubasqueros fuesen obligatorios.

Menos coches este año en las inmediaciones del inicio de la subida, tanto para los que se aventuran por el monte como para los que prefieren el asfalto. Mochilas al hombro ya por Xoane, ponchos para la lluvia y abrigo para las mascotas, que cada vez son más subiendo a ver a la Virgen del Nordés, protagonizando alguna que otra trifulca en mitad de la gente.

Olor a churrasco y a leña de las casas cercanas mientras el bus gratuito que puso el Concello no deja de completar subidas y bajadas. Alternancia de calor y frío, cuatro estaciones en un solo día, en la primera romería de la primavera. Más ahogados los del sendero que los de la carretera, beber en la fuente, lejos de ser un reclamo, suponía toda una proeza entre el barrizal.

Un cuarteto del Real Coro Toxos e Froles recibió a los romeros junto al cruceiro, haciéndose sentir entre los puestos de rosquillas a 5, 8 y 10 euros según la cantidad. No podían faltar tampoco los de velas a un euro, con todo tipo de formas y detalles a escoger según la petición que se le quiera formular a la Virgen.

En el atrio de la ermita se agolpan un año más las velas, que rebotan su calor en la piedra. «Nuestra madre venía todos los años como tradición, siempre subía, y ahora somos nosotras las que continuamos viniendo», cuentan unas hermanas, emocionadas. Otras mujeres refieren que han pedido «salud y suerte», mientras que unos jóvenes se confiesan un poco perdidos: «Es la primera vez que venimos, no sabemos cómo va».

Aprovechando el claro se multiplican los selfies y las fotos del paisaje, con el estadio de A Malata a lo lejos. Todo Ferrol en Chamorro como una versión Quechua de la calle Real, esperando la última misa de una, la que presidió el obispo, Fernando García Cadiñanos, quien quiso subir andando y se le pudo ver a brincos por el monte: «Estaba sacando una foto para mandarle a mi gente de Burgos», explica divertido.

Pandillas de chavales comen un bocadillo en las peñas y otros, menos chavales, brindan con unas estrellas Galicia. Romería intergeneracional la de Chamorro, que a las 12.56 se tuvo que poner a resguardo durante 15 minutos de granizo invernal que muchos feligreses pasaron en el templo oyendo la eucaristía, que duró algo más de media hora.

Los gaiteros esperaban fuera, dispuestos para la procesión con la Marcha Procesional de Chamorro preparada, una pieza, comenta Fernando Dopico, que recuperaron el pasado año en Terra de Trasancos de la Banda del Cuartel de Instrucción de Marinería de Ferrol ya el año pasado. Fue a las 13.40 cuando se vio a la imagen en andas saliendo, ya con el sol luciendo de nuevo, entre bombas de palenque.

El miedo a que se volviese a hacer presente el aguacero impidió que llegase a la fuente, el lugar en el tradicionalmente da la vuelta la procesión, que este año fue algo más breve y la llevó de regreso a su ermita pocos minutos después. Los comentarios sobre la talla, en cambio, fueron los mismos de los últimos años, tirando de retranca para desear que algún día, más pronto que tarde, se pueda volver a ver su rostro con cariño tras una necesaria restauración.

Fuente: Diario de Ferrol

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