Ismael Vázquez, seminarista de As Pontes: «Veía una salida laboral, pero es un modo de vida»

Entrevista al joven seminarista diocesano Ismael Vázquez, de As Pontes, quien muy pronto iniciará el curso estudiando el primer año de Filosofía en el Seminario Mayor Interdiocesano de Santiago.

Hace pocos días la iglesia de Santa María de As Pontes acogió su misa de envío al Seminario de Santiago. ¿Cómo lo vivió?
Fue un momento de mucha alegría, de reconocimiento. Lo viví con mucho agradecimiento y también con nerviosismo, llevábamos tiempo preparándolo.

¿Cuándo nace su vocación?
Mi vocación nació a lo largo de los años. Comenzó un poco por casualidad, cuando después de la Primera Comunión el párroco de As Pontes en aquel momento, José Vega, nos propuso a varios si queríamos colaborar con la parroquia como monaguillos. Acepté, por probar. Y de ese grupo, de tres o cuatro personas, fui el único que quedé con el tiempo.

¿Y en qué momento decide que quiere ser sacerdote?
En un primer momento no me lo planteaba, pero fue calando en mí y cada vez quería ir a más eucaristías y empecé a acudir más periódicamente.

¿Hay más en su familia?
Como miembro directo sacerdote no, pero mis abuelos cultivaron mucho la religión. Eran altamente creyentes y eso sí influyó.

¿Cómo reaccionó su familia, sus amigos, conocidos… ante la decisión? ¿Lo entendieron?
Hubo dos sectores. La familia de sangre y la de la parroquia desde el principio me apoyaron. A algunos les gustaba más, a otros menos… pero me apoyaron siempre. Entre compañeros de clase, incluso profesorado, fue diferente. No sentí rechazo directamente, pero la decisión chocaba bastante, se quedaban muy sorprendidos. Yo lo veía como una salida laboral más, una opción, que después fue cambiando porque es un modo de vida, de sentir la religión y la fe.

Es una decisión que también implica renuncias. ¿No pesan?
Siempre pesa algo, por eso lleva años decidirlo. Dejamos cosas atrás, de vida familiar, con amigos… pero uno lo va aceptando e igual que otra vida ofrece otras oportunidades, esta nos ofrece la oportunidad que desde nuestra vocación vamos buscando.

¿No hay dudas?
(Ríe). Siempre hay dudas, pero al igual que en todo. Pero al final son dudas pasajeras y mediante la oración se van resolviendo.

En un momento con falta de relevos, iglesias vacías… ¿cómo debe ser el sacerdote actual?
La Iglesia vive un momento de falta de vocación, de creencias y de religiosidad. Pero son etapas. Hay que afrontar con alegría los retos que la Iglesia está viviendo y un sacerdote tiene que tener el carácter propio de la entrega: humildad, acercamiento.. y desde su propia vocación atraer a otros a escucharle, acercarlos.

¿Cómo imagina el Seminario?
Como una etapa de madurez y crecimiento, es un sitio que marca pero no solo para la labor propia de la Iglesia.

¿Y el futuro? ¿Dónde?
Tengo un apego muy fuerte a las zonas rurales. Soy de As Pontes pero mi familia paterna es de Cazás, en Xermade, y colaboré allí y en Belesar, con Félix Villares, o en Ortigueira, con Javier Martínez. Sueño con esas zonas, con un trabajo más cercano hacia la comunidad pero con los retos que cualquier sacerdote puede tener.

Entrevista publicada en El Progreso A Chaira


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