La participación política

En un escrito anterior os convocaba a implicarnos en la construcción del bien común. Sin duda que esta es una tarea permanente de todos, y en todas las facetas de la existencia, pero alcanza en la participación política la forma más genuina. La política tiene sentido precisamente en la búsqueda y construcción del bien común por encima del bien particular y del interés general.

Reflexionaba entonces sobre lo que me parece hoy un drama de nuestro tiempo, como es la abdicación en esta búsqueda del bien común. Manifestaba que esta es quizás una de las razones explicativas y descriptivas de lo que nos sucede culturalmente. El individualismo liberal nos está desvinculando, animado también por el “progresismo cultural”.

Los cristianos estamos llamados en esta situación a ser “sal y luz”, fermento de nueva humanidad. Y me parece hermoso que reflexionemos al respecto cuando quedan unos pocos meses para ser convocados para las elecciones municipales, un espacio especialmente cercano, importante y querido para todos. El ámbito municipal es donde se desarrolla mucha de nuestra vida cotidiana, aunque muchas de sus decisiones vienen condicionadas por otros centros de poder más lejanos. Y, sin embargo, sigue siendo un espacio privilegiado para la participación y el compromiso por el bien común.

A lo largo de este año que estoy con vosotros he podido saludar a muchos de los alcaldes y concejales que viven este compromiso político. Creo que es de justicia, al finalizar el mandato, agradecer su tarea y su labor a lo largo de este tiempo que siempre es de servicio a la ciudadanía. Sin duda, en sus decisiones se habrán equivocado, pero es preciso reconocer lo positivo de lo realizado. Frente a juicios generales de carácter despectivo, hago mías las palabras de hace unos años de los obispos españoles: “Impera en nuestra sociedad un juicio negativo contra toda actividad pública y aun contra quienes a ella se dedican. Nosotros queremos subrayar aquí la nobleza y dignidad moral del compromiso social y político y las grandes posibilidades que ofrece para crecer en la fe y en la caridad, en la esperanza y en la fortaleza, en el desprendimiento y en la generosidad; cuando el compromiso social o político es vivido con verdadero espíritu cristiano, se convierte en una dura escuela de perfección y en un exigente ejercicio de las virtudes. La dedicación a la vida política debe ser reconocida como una de las más altas posibilidades morales y profesionales del hombre” (Católicos en la Vida Pública 63).

Por eso, en estos momentos donde se van configurando las listas electorales y donde se deben de hacer los programas electorales, es bueno que reflexionemos y animemos al compromiso y la participación política, también y fundamentalmente de los cristianos presentes en nuestra diócesis. Una participación que es plural y diversa, en función de las capacidades y aptitudes, que adquiere muchas formas y compromisos, pero que nunca es opcional. Lo que sucede en la polis, en la ciudad, nos compromete a todos. A los laicos corresponde precisamente, por su bautismo, este campo más específico de la transformación temporal de nuestro mundo.

Y dentro de las formas de participación, tenemos que recordar que la vocación política es una forma genuina del ejercicio de la caridad, es una forma de amar. Desde el ejercicio de la participación política tenemos la capacidad de empujar en la construcción de una sociedad más justa que haga presente el Reino de Dios. De esta manera hacemos realidad nuestro compromiso por los más pobres y vulnerables; por los valores que edifican y construyen sociedad, como son la justicia, la verdad y la libertad; por los ideales que se sustentan en la enseñanza social, como son la dignidad de la persona, la solidaridad, el destino universal de los bienes, la participación… Siempre serán estos los criterios que sustenten nuestro discernimiento y compromiso.

Ciertamente que nos encontramos con muchos problemas que juntos hemos de afrontar como sociedad en estas tierras del norte de Galicia: la interculturalidad, la inclusión social de todos, el trabajo digno, la defensa de la familia, el cuidado y la atención de los mayores, las infraestructuras que permitan un desarrollo sostenible, la despoblación y envejecimiento del medio rural, el cuidado del medio ambiente… Sin duda que son retos que tendrán que ser afrontados con la participación de todos. Ojalá que los próximos meses, que serán de debates y encuentros, nos ayuden a conocer mejor la realidad y a discernir caminos compartidos, a amar más a nuestra tierra y a implicarnos por ella, a cultivar una auténtica y activa ciudadanía… Alejémonos de enfrentamientos y divisiones. Todos somos necesarios y es posible bregar juntos en la misma dirección. También la Iglesia y los cristianos hemos de participar de forma activa y creativa. Y, sin duda, con el apoyo y acompañamiento de toda la comunidad.

Vuestro hermano y amigo.

Fernando, obispo de Mondoñedo-Ferrol

Artículos relacionados

Síguenos

5,484FansMe gusta
4,606SeguidoresSeguir
1,230SuscriptoresSuscribirte

Últimas publicaciones

Etiquetas