Nuestra diócesis cuenta en la actualidad con cuatro conventos de vida contemplativa. En Ferrol, el de las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada; en Viveiro y en Mondoñedo, los conventos de las Concepcionistas Franciscanas; y en Ribadeo, el convento de Santa Clara.
Con motivo de esta Jornada de la Vida Consagrada 2025, y tras la entrevista realizada al delegado diocesano de Vida Consagrada, compartimos esta conversación con sor Luz de María, abadesa del monasterio de Santa Clara de Ribadeo desde octubre de 2021, natural de la parroquia de Cervás, en el concello de Ares (A Coruña), de 58 años de edad y 9 de profesión religiosa.
El monasterio de Ribadeo, situado en el Camino Norte de Santiago, con un precedente de un beaterio en el siglo XI, presume de casi mil años de presencia contemplativa, continuada desde 1366 como convento de Santa Clara. Las hermanas clarisas son hoy en día la orden de clausura que cuenta con más conventos en España y también con el mayor número de vocaciones.
¿De cuántas hermanas se compone la comunidad de Ribadeo en este momento?
Somos nueve hermanas, la mayor de 88 años y la más joven de 39, sor Seila di María, que realizó su profesión solemne el pasado 27 de abril. Ella se encarga de realizar el servicio externo del convento, siguiendo la tradición de que siempre hubiese una monja en el convento que saliese a recoger la limosna y realizar las gestiones necesarias a la comunidad.
¿Cómo van a celebrar la Jornada de la Vida Contemplativa en el convento de Ribadeo?
La pobreza nos caracteriza muy especialmente, no somos de grandes eventos. Oraremos y compartiremos esa Jornada desde la liturgia y los materiales que la comisión episcopal ha preparado para la misma, incluso en las lecturas comunitarias en el momento de la comida en el refectorio. Hace unos años nos tocó tener en esta comunidad una eucaristía especial de encuentro acogiendo a otras hermanas religiosas de la diócesis de vida activa. Fue un encuentro del que nos sentimos agradecidas y que nos aportó una experiencia muy bonita.
¿Qué aporta la vida contemplativa a la Iglesia y a la sociedad en este siglo XXI?
Una alternativa muy importante, la que le está señalando al mundo que no se olvide de Dios, de lo más importante que nos aguarda a todos. Nuestra función es mostrar una referencia que le señale al mundo hacia dónde ir, que anticipe el Reino y lo que les va a esperar allá en el Reino del Padre. Donar nuestra vida a ese testimonio de entrega y oración a Dios es la forma más específica de mostrar al pueblo de Dios lo que va a ser su vida en plenitud.
¿Podríamos decir que son algo así como «la flecha amarilla en el Camino de Santiago»?
Pues algo así. Con nuestra vida, nuestra oración, nuestro cometido es básicamente ser ese signo en la Iglesia y en el mundo que indique (proféticamente) el camino esencial que nuestro mundo olvida tantas veces. Tanto san Pablo como santa Clara manifestaron ese ser “cooperadores con Cristo”. Somos ese grano de trigo. Lo importante es que miremos y enseñemos a mirar hacia Jesús, que descubramos su misericordia.
¿Qué sacerdotes de nuestra diócesis atienden y acompañan a la comunidad de clarisas?
Vivimos con agradecimiento poder tener la eucaristía todos los días y valoramos muy especialmente la atención en las celebraciones de don Gonzalo Varela Albariño, párroco de Ribadeo y vicario general de la diócesis, y del último sacerdote que se ordenó en Mondoñedo-Ferrol, Salvador Calvo-Berenguer. Realizan una tarea muy importante.
Entrevista de Javier Martínez Prieto
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Delegación diocesana para la Vida Consagrada
CONFER
Comisión Episcopal para la Vida Consagrada (CEE)