Carta del delegado diocesano para la Vida Consagrada
Testigos del Resucitado en un mundo herido
Hermanos y hermanas de la vida consagrada: ¡Feliz Pascua de Resurrección! Porque el Señor Resucitado es esperanza y alegría en este tiempo de pandemia. Él nos invita a ser bálsamo y consuelo para los hermanos y hermanas en este mundo herido.
El mensaje de Jesús es muy claro: “No tengáis miedo. Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán” (Mt 28,10). Galilea es el lugar donde un día el Señor os ha llamado para dejar todos vuestros proyectos y seguirle con vuestra consagración con el compromiso de vivir los consejos evangélicos. Él va siempre delante de vosotros y os invita a seguirle sin cansarse nunca. Es tiempo de recorrer caminos hasta llegar al lugar donde Dios nos espera para acompañaros en el encuentro con los más débiles; son hombres y mujeres que, en el borde de los diversos senderos y encrucijadas de la vida, aguardan ansiosos vuestras manos para que los sostengan y ayuden para avanzar por la vida; y, sobre todo, esperan de vuestro corazón el ungüento de Dios, que es la paz, el consuelo, la compasión y la entrega desde la gratuidad. Todo esto es respuesta del amor, que es don de Dios.
El tiempo Pascual es el lugar donde encontramos a Cristo resucitado en los rostros de de los hermanos y allí con vuestros carismas podréis descubrir el reflejo de esa luz que ilumina todo vuestro ser. Y esto es posible cuando os acercáis a los ancianos y enfermos y limpiáis sus heridas; en la entrega y dedicación a los niños y a los jóvenes trasmitiendo valores humanos y espirituales que edifican la dignidad humana; en la oración y en el silencio de vuestros monasterios abiertos siempre para el encuentro con los que peregrinan por nuestro mundo. En cada una de vuestras Galileas estáis proclamando y anunciando la presencia de Jesús resucitado. Hermanos y hermanas,
“Vosotros sois testigos de esto” (Lc 20,48).
Un saludo fraterno
Xosé Román Escourido Basanta
Delegado para la Vida Consagrada
Xosé Román Escourido: «El tiempo Pascual es el lugar donde encontramos a Cristo resucitado en los rostros de de los hermanos y allí con vuestros carismas podréis descubrir el reflejo de esa luz que ilumina todo vuestro ser»