El pasado viernes, 15 de septiembre, en la iglesia parroquial de San Xoán de Alaxe, con la presencia del obispo de la diócesis, tuvo lugar la fiesta de la comunidad de las Hijas de la Virgen de los Dolores presentes en Ferreira do Valadouro (Lugo).
Durante eucaristía la comunidad religiosa renovó sus votos, en presencia de un grupo numeroso de vecinos y amigos llegados desde la parroquia y de otras del entorno.
Recogemos a continuación las palabras que un vecino y antiguo alumno del Colegio de las Hermanas de la Virgen de los Dolores quiso dedicar a las religiosas. Un homenaje agradecido por su trabajo en favor de la comunidad, al que nos sumamos desde la diócesis.
«Buenas tardes a todos:
Como vecino de esta parroquia y como exalumno del Colegio de las Hermanas de la Virgen de los Dolores, «de las monxas», como aquí, cariñosamente, las conocemos, me gustaría dirigirles unas palabras, principalmente a ellas, a las que ahora están: hermanas Eloína, Julia, Wladimir y Lola y, por extensión, a todas las que por aquí han pasado desde 1959, cuando yo ni había nacido.
Hermanas: en primer lugar, decirles que sin ustedes no se entiende este valle. Han hecho posible que varias generaciones de jóvenes de aquí y de otros muchos venidos de fuera tuviéramos la posibilidad de poder estudiar, de adquirir una cultura que nos estaba negada por nacimiento. Como todos los de mi generación y anteriores saben muy bien, aquí no había más que unas pequeñas escuelas municipales, de ámbito parroquial, muy importantes y muy bien gestionadas (todo hay que decirlo) por unos maestros y maestras que, a pesar de la escasez de medios, consiguieron dejar huella, pero que acababan su función al finalizar los estudios primarios. No había institutos cercanos donde realizar el bachillerato. Y los medios económicos de las familias eran los que eran, en su mayoría provenientes del trabajo duro de la tierra y de alguna pequeña industria. En todo caso, fueron contadas las familias que se podían permitir que sus hijos se desplazaran a estudiar fuera.
Afortunadamente, esa época de penurias para poder estudiar es un recuerdo del pasado.
Pero otras penurias se cruzan en nuestro camino. Una es la escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas. Nuestros templos se ven obligados a cerrar sus puertas porque no hay o hay muy pocos sacerdotes. Y ahí, una vez más, están ustedes a pie del cañón, llevando la Palabra de Jesús allí donde es necesario. Visitando enfermos y llevándoles la sagrada comunión a aquellas personas sin posibilidad de desplazarse, bien por problemas de salud o por otros problemas.
Y no olvidemos a nuestros niños y jóvenes, inmersos en una educación cada día más laica, que les priva de conocer a Jesús y a su evangelio. Ahí las volvemos a encontrar organizando catequesis de primera comunión y de confirmación, así como grupos para profundizar en la fe. Y todo ello, ayudadas por catequistas y otras personas de Alfoz y Valadouro.
Ustedes hacen que la comunidad cristiana de este valle esté viva, y si no se consiguen más frutos no es por su falta de empeño, sino porque los vientos soplan en otras direcciones y, a veces, perdemos el horizonte, perdemos el rumbo.
Gracias, mil gracias, hermanas. Estoy seguro que todos los asistentes a esta eucaristía y todos aquellos que, por lo que fuera, no han podido venir, estarían encantados de dárselas personalmente. Sepan que aquí cuentan con el aprecio y el cariño de todos.
Que la Virgen de los Dolores, cuya festividad celebramos hoy en este hermoso templo de San Xoán de Alaxe, con la gratificante presencia de nuestro querido obispo Fernando, las siga y nos siga guiando a todos».