Una despedida agradecida: Hermanas de Marta y María

La iglesia parroquial de Santa María do Campo de Ribadeo acogió en la tarde de ayer lunes la eucaristía de acción de gracias con motivo de la despedida de la congregación de Marta y María, tras más de veinte años de presencia en nuestra diócesis. Presidió la eucaristía el vicario general, Antonio Valín, en ausencia del obispo diocesano, monseñor García Cadiñanos (quien se encuentra en Burgos tras el fallecimiento de su padre); y concelebraron el vicario de Evangelización, Gonzalo Varela; el delegado para la Vida Consagrada, Román Escourido; y el arcipreste de Ribadeo, José Boullosa. Fue una jornada para dar gracias por las religiosas de Marta y María, que han vivido entre nosotros y cuidado con cariño a nuestras personas mayores.

La congregación de Marta y María fue fundada en Guatemala en el año 1979 por monseñor Miguel Ángel García Aráuz y la madre Ángela Eugenia Silva Sánchez. Las religiosas de Marta y María quieren amar a Cristo, presente en la Iglesia y en la eucaristía y, de forma especial, en los pobres y en los que sufren, descubriendo en ellos el rostro del Señor. Su carisma quieren vivirlo con las manos de Marta y el corazón de María, aquellas dos hermanas de Betania.

Las religiosas de Marta y María llegaron a nuestra diócesis de Mondoñedo-Ferrol en el año 1993, hace ahora treinta años. Nueve años más tarde, en el año 2002, llegaron a Ribadeo para hacerse cargo del hospital-asilo. En la parroquia de Santa María contaron desde entonces con una pequeña comunidad que residía con el grupo de personas mayores a las que atienden.

En Ribadeo existía ya a principios del siglo XIII el hospital de San Sebastián, una especie de hospicio que acogía a personas pobres, peregrinos, transeúntes y enfermos. Un siglo más tarde se fundó el hospital de San Lázaro, una leprosería de principios del siglo XIV, que acabaría desapareciendo en el XVIII. Las dos instituciones se unificaron más tarde para dar lugar al hospital-asilo de San Sebastián y San Lázaro, que hoy se conserva en un edificio de fachada neoclásica y cuatro alturas, situado en el centro de Ribadeo.


Mensaje desde Burgos del obispo de Mondoñedo-Ferrol

«Un saludo desde la distancia que quiere ser muy cercano y cariñoso. Siento mucho no poderme hacer presente físicamente en este momento que me parecía importante, pero las circunstancias personales me lo han impedido. Ruego que sepáis comprenderlo y disculparme.

Una nueva comunidad consagrada nos deja en esta iglesia de Mondoñedo-Ferrol. Espero y deseo que, en esta ocasión, lo sea por poco tiempo si la Providencia lo desea. Desde hace muchos años, la congregación de Marta y María ha estado estrechamente unida a estas tierras gallegas. En los inicios lo estuvo en el propio Mondoñedo, en el asilo que se convirtió también en casa de formación. ¡Cuántas hermanas han hecho su proceso de discernimiento acompasadas por las nieblas, el silencio y la espiritualidad de nuestra sede mindoniense!

En los últimos años lo ha estado en la residencia de Ribadeo: allí han sido mano amiga, cercana, especialmente en los momentos de la pandemia, para los más mayores de nuestra sociedad. ¡Qué importante es dejarnos llenar de la sabiduría de nuestros mayores! Una sociedad que no respeta y acoge a sus mayores, olvida sus raíces y vive en el desagradecimiento.

Vuestro carisma nos ha hablado de acción y contemplación. Como Marta y María, la escucha de la palabra y el servicio son las dos caras de la misma moneda que tienen que estar presentes en la vida de todo creyente. Escuchar la Palabra es lo más importante: es acoger el amor de Dios, contemplar lo que Dios hace con nosotros. Pero una contemplación sin servicio se convierte en espiritualismo desencarnado, así como un servicio sin oración fácilmente se agota, quema y se desgasta.

Gracias en nombre de toda la Iglesia diocesana por vuestro carisma y vuestra vida. Solo Dios sabe el alcance real de lo que habéis hecho y lo que habéis significado. Que María, bajo la advocación de los Remedios, os ayude a surcar caminos de fe y de profecía. Espero y deseo que no sea un adiós en nuestra Iglesia, sino un hasta luego. GRACIAS».

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