En pausa

Así, “en pausa”, se podrían definir de alguna manera este tiempo de cuarentena colectiva de obligado cumplimiento por el coronavirus.

Cuando estamos escuchando música demasiado tiempo, por ejemplo, de vez en cuando nos viene bien darle a esta tecla y recuperar el silencio, la calma y cierta soledad.

Estamos en una sociedad de ritmos trepidantes, nos domina el activismo, el consumismo, la rentabilidad material y económica… que no nos lleva a ninguna parte. Al contrario, nos deshumaniza, nos vuelve autómatas y nos convierte en piezas de un engranaje manejado al capricho de no se sabe qué intereses más o menos ocultos de los que quieren dominar este planeta.

Es dura ciertamente y se nos está haciendo larga esta situación de confinamiento. Pensemos en las personas ancianas o enfermas que viven solas, en las familias con niños encerrados en un piso de pequeñas dimensiones, en los que no pueden trabajar con el riesgo de quedarse en la calle al final de todo esto.

Por otra parte la Semana Santa de este año va ser distinta. Una Semana Santa recluida y confinada. Una Semana Santa sin pueblo que se reúne para celebrar el Misterio más importante de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. Una Semana Santa sin procesiones. Una Semana Santa, para muchos, también sin vacaciones.

Pero sí una Semana Santa que personalmente y en familia va a ganar en silencio y en interioridad. Todos en estos días experimentaremos la novedad de la cruz del Señor en la soledad, en el confinamiento obligado, en la solidaridad con toda la sociedad en esta batalla contra la pandemia.

Oremos, aplaudamos y solidaricemos con los “cireneos” de la sanidad, del servicio de orden, de los transportistas, del sector de la alimentación, etc. Y seamos también  “verónicas” con los enfermos y los necesitados.

Algo bueno, en fin, podemos sacar ante el imperativo “#QuédateEnCasa”: caer en la cuenta de nuestra fragilidad, valorar lo que se echa en falta, la convivencia con los nuestros, la solidaridad, etc… Hasta la naturaleza en estos días está encontrando un respiro porque bajaron notablemente los índices de contaminación.

Aprovechemos la oportunidad: oxigénate interiormente, lee, reza, saborea el silencio y la quietud, aprende a organizarte de otra manera. Y como dijo en papa Francisco en una reciente entrevista: “tengo esperanza en la humanidad; tengo fe, vamos a salir de esta”.

«Aprovechemos la oportunidad: oxigénate interiormente, lee, reza, saborea el silencio y la quietud, aprende a organizarte de otra manera»

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