Hablamos de mirar, no de ver. Si se abren los ojos se ve lo que tenemos delante pero, cuando se mira, se dirige la vista intencionadamente hacia algo (no como en las Rías Baixas, que dicen: “Pois non o mirei” = “non o vin”).
Tomo como pre-texto de este artículo la charla que dio mi colega Gonzalo sobre las miradas de Jesús en san Lucas.
– "Y mirando a los que estaban alrededor dice:”estos son mi madre y mis hermanos”. Jesús viene a fundar una familia que supera los lazos de la carne y de la sangre, porque está fundada en la fe y en el amor del Padre. Mc.3,34.
– "Él seguía mirando alrededor para ver a la que había hecho eso (tocarle el manto). La mujer se acercó, asustada y temblorosa…”. Aquella pobre mujer, marcada por una enfermedad impura, por su fé en Jesús quedó curada y restituida a la vida normal. Mc.5,32.
– ”Pero El se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: “¡Aléjate de mí, Satanás!, tu piensas como los hombres, no como Dios!”. Poco después de confesarle como Mesías, Pedro pretende apartar al maestro de la cruz. Mc.8,33.
– ”Jesús se lo quedó mirando, lo amó y le dijo:”Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme”. Las miradas de amor de Jesús siempre exigen una respuesta generosa. Mc.10,21ss.
– ”Jesús se les quedó mirando y les dijo:”Es imposible para los hombres, no para Dios.Dios lo puede todo”. Ellos se quedaron sorprendidos por las palabras de Jesús sobre la riqueza, la mayor dificultad para entrar en el Reino. Mc.10,37.
– “Entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con los doce”. Esta observación tiene lugar el día de su entrada triunfal en Jerusalén.No se dejaba llevar por las apariencias, porque sabía que estaba llegando su hora. Mc.11,11.
– ”Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: “Bienaventurados los pobres…”. Es el comienzo de las Bienaventuranzas, que son algo así como la Constitución del Reino. Lc.6,20.
– “Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Aquel sitio era el sicomoro de Jericó (los peregrinos pueden ver otro en el lugar aproximado).¡ Qué alegría, y que fiesta organizó aquel publicano para celebrar su encuentro con Jesús! Lc.19,5.
– “Alzando los ojos…vió también una viuda pobre que echaba dos pequeñas monedas”. Probablemente eran dos “leptos”, una moneda de cobre de mínimo valor. Pero Jesús apreció el gesto de esta mujer que dio de lo poco que tenía. Lc.21,1-4.
– “El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: “Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces”. Y, saliendo afuera, lloró amargamente”. Jesús resucitado se tomaría una dulce revancha, obligando a Pedro a confesar su amor otras tres veces. Lc.22,61-62.
«Hablamos de mirar, no de ver. Si se abren los ojos se ve lo que tenemos delante pero, cuando se mira, se dirige la vista intencionadamente hacia algo»