Higinio Bahé, misionero claretiano: «Tenemos que estar disponibles para ir allí donde se nos necesite, es nuestro carisma»

Durante esta semana ha estado visitando la comunidad claretiana de Ferrol el misionero claretiano Higinio Bahé Motove, coincidiendo con un parón en sus estudios de doctorado, que actualmente realiza en Roma. Precisamente este miércoles Higinio presidió la eucaristía y acompañó en la oración a los jóvenes de la delegación de Juventud que cada semana se encuentran en la iglesia de las Angustias, en el Campus de Esteiro.

Higinio tiene 32 años, se ordenó sacerdote hace cuatro y nació en Guinea Ecuatorial. Aprovechando su estancia en la ciudad hemos tenido la oportunidad de acompañarlo en alguna de sus visitas y de ahí ha surgido esta entrevista.

Higinio, con el sacerdote Javier Martínez y el padre Ángel Elako, CMF

Los Misioneros Claretianos llegaron a Guinea Ecuatorial el 13 de noviembre de 1883, concretamente a la ciudad de Malabo. La primera expedición se componía de seis padres y seis hermanos. De ahí se extendieron por todas sus islas. En 1954 inauguraron la actual catedral y tenían la gran alegría de que un hijo de la tierra se ordenara sacerdote, el padre Francisco Obiang Ebana. En 1965 se creó el vicariato apostólico de Río Muni que, un año después, se convirtió en la diócesis de Bata.

En Guinea Ecuatorial, la familia claretiana juega un papel indispensable y fueron los primeros desde su origen. Abrieron colegios, ayudaron en la formación para desempeñar las tareas del campo y en muchos otros aspectos de su desarrollo. Una comunidad que se ha ganado todo el reconocimiento y afecto y que se vería reforzada con posteriores comunidades religiosas e institutos como las Teresianas, las religiosas de Jesús-María, La Salle, o la Asociación Misionera Seglar.

«Tenemos que estar disponibles para ir allí donde se nos necesite, es nuestro carisma»

¿Cuántos hijos sois en vuestra familia?
Fuimos seis hijos. En la actualidad tengo dos hermanos y dos hermanas, yo soy el segundo en nacimiento. Uno de mis hermanos falleció, pero no llegué a conocerlo.

¿Cómo nació tu vocación?
Siempre la he visto en relación con la gente que me ha acompañado. Donde crecí sólo había presencia de claretianos, y eso me marcó bastante. Los conocí en su colegio, me puse en contacto con ellos desde mi propia catequesis y también muchos de ellos me han estado acompañando y proponiendo. Al inicio tuve mis dudas, pero fui madurando mi vocación poco a poco.

¿Cómo recuerdas tu ordenación sacerdotal?
Fue un acontecimiento muy especial, ya que tuve el privilegio de ser el primer ordenado de la isla de la que provengo. Fui el primero de la historia como vocación nativa de ella, y para mí es muy importante este testimonio. Vinieron a la celebración desde todos los poblados y fue un acontecimiento muy especial para mí, a pesar de haberse retrasado por el tema del covid-19.

¿Cómo viviste la época del Seminario y tus primeros años?
Tenemos dos años de formación inicial, luego realizamos el postulantado. Después me fui al noviciado a Camerún, regresé a mi país e realicé los estudios eclesiásticos en la diócesis de Bata, de la que es obispo Juan Matogo Oyana, de los misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, sufragánea de la archidiócesis de Malabo. Terminados los estudios me trasladaron a Malabo, donde estuve dirigiendo un colegio claretiano, además de formador del Seminario (Casa de Acogida de Vocaciones), algún tiempo durante mi diaconado. Terminada esta etapa me propusieron ir a Roma a estudiar.

¿Cuál ha sido tu formación y en qué se basa la que desarrollas en Roma?
En principio mi intención era realizar estudios de psicología, pero al final inicié los estudios de espiritualidad y vida consagrada. Mi licenciatura fue una tesina dirigida por la doctora Stefanía Tassotti orientada al tema de la formación, ya que he sido formador, y sigo formándome desde esa perspectiva de cara a seguir formando para la misión. Terminada la licenciatura en Vida Consagrada en la Universidad Lateranense, me encuentro preparando el doctorado, cuya investigación estará centrada en la persecución religiosa en mi país, bajo la opresión del dictador Francisco Macías Nguema, una realidad poco estudiada hasta el momento. Macías fue un presidente que ejerció la concentración de todos los poderes y desarrolló una intensa represión de sus opositores políticos. Fue derrocado por un golpe de estado encabezado por su sobrino. Hoy en día está considerado como uno de los líderes más sangrientos y crueles de la historia del África post-colonial.

¿Cuál es la principal problemática de la Iglesia de tu país en la actualidad?
El sincretismo religioso. Hemos pasado de ser el país más católico de África a una etapa de reconstrucción debida a lo vivido durante la persecución.

¿En qué se apoya económicamente Guinea Ecuatorial?
El país vivió de la agricultura, el cacao y el café fueron de las primeras fuentes, en la actualidad hay una gran especulación y una realidad muy dependiente que hace que el campo se abandone. Hemos pasado también por la etapa de la explotación petrolera. Los misioneros impulsaron muchísimo la agricultura y la desarrollaron bastante, incluso se realizaban exportaciones. El boom del petróleo descuidó ese sector primario tan importante. Esto ha hecho perder mucho las capacidades del país.

¿Cuáles fueron tus mayores dificultades a la hora de llegar a Italia a estudiar?
Fue el idioma. Aprender el italiano hasta alcanzar el nivel 2, como se nos exige. Así comencé, luego logré adaptarme, no sólo al sistema de estudio, sino a las condiciones climáticas, por ejemplo. A la comida también me he ido acostumbrando, no me ha costado hacerlo, aunque echo de menos las comidas tradicionales de mi país, como el bocahó (sopa de verduras típica en la Isla de Biokobanda), los platos realizados con dátiles, la abalá de malanga rallada (un tubérculo que se hierve) principalmente. Pero volveré a casa este verano…

¿Qué significa para ti el padre Claret y ser claretiano?
Pienso que fue un misionero que supo responder a los desafíos de su tiempo. Era un misionero incansable que iba a pie a las misiones y se ofreció a la propaganda fidei para la misión universal, para el mundo entero. No quiso limitarse, se abrió a lo universal para llevarlo a todas las personas, como lo deseaba desde niño.

Ser claretiano es tener un espíritu abierto. Nuestra identidad es ser misioneros. Tenemos que estar disponibles para ir allí donde se nos necesite, es nuestro carisma, anunciadores del Evangelio al estilo de los apóstoles. Entendemos el anuncio como algo que hay que vivir primero en uno mismo para poder testimoniarlo.

Entrevista de Javier Martínez

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