María de Nazaret en su tiempo

Nace una niña

Probablemente sus padres no se alegraron mucho cuando les nació una niña. Los escritos rabínicos decían: “¡Desdichado de aquél cuyos hijos son niñas!”. Conocida es también la oración diaria del Rabí Yehuda: “Seas bendito, Señor Dios nuestro, por no haberme hecho gentil, ni ignorante, ni mujer”.

Tanto las menores (qatanna) hasta los doce años y un día, como las jóvenes (na´arah)  entre los doce y los doce y medio, y las mayores (bôgeret)  desde los doce años y medio y todo el resto de su vida estaban bajo la potestad del varón: padre, esposo, cuñados o hijos (si era viuda). No podían poseer absolutamente nada, ni el fruto de su trabajo ni lo que encontrase fortuitamente: todo era del varón. Las menores podían ser vendidas como esclavas. Los esponsales solían celebrarse muy temprano, aunque la boda no se celebraba hasta después de un año de ser mayor.

El vestido era de color oscuro, de la cabeza a los tobillos, con la cara tapada con una tiras negras que colgaban del pelo. No se concebía que la mujer anduviese con la cara destapada por la calle: podía ser despedida. Sólo el día de la boda podía aparecer a cara descubierta y dos veces al año: el 15 de abril y el Día de la Expiación había danzas en las viñas y en los campos y las jóvenes se hacían ver por los muchachos. En los sitios pequeños no eran tan rigurosos.

En la vida religiosa: estaba sometida a todas las prescripciones de la Torá, pero no tenía acceso a ningún tipo de enseñanza sobre estos temas. Una sentencia del rabí Eliezer decía: “Quien enseña la Torá a su hija le enseña el libertinaje”. Y otra: “Vale más quemar la Torá, que transmitirla a las mujeres”.

En la sinagoga ocupaban un lugar separado de los varones con unas barreras y un enrejado: lo suyo era escuchar. En el Templo sólo podían entrar hasta el Atrio de los gentiles  y el de las mujeres. No estaba obligada a peregrinar a Jerusalén por Pascua ni las otras fiestas principales. Tampoco tenían que recitar cada día la “Shemá”.
 

María, de profesión: sus labores

Como todas las mujeres de Nazareth, trabajaba mucho y en muy diversos campos: orden, limpieza,provisión de agua,, machacar el grano y hacer el pan, recoger leña, atender e los animales pequeños: ordeñar,extraer la nata, hacer el queso y las cuajadas, atender los huertos; también preparaba los frutos y la carne para su almacenamiento en la cueva,que era una despensa excelente, especialmente en verano. Ella misma tenía que hacer los cacharros de barro para la cocina, aunque en eso también colaboraban los hombres. Otro de los trabajos típicos de la mujer (no sólo allí ni entonces) era hilar y tejer la lana y el lino.
 

La “casa” de María

Era una pequeña construcción con dos estancias, que conectaba con una gruta excavada en la piedra arenisca de la ladera, tal como se ve hoy en la cripta de la Basílica de la Anunciación. Ya hemos dicho para qué servía esa gruta, pero también podía utilizarse como dormitorio. Así lo explican los franciscanos que han excavado algunas otras: al fondo los animales, que proporcionaban calor, en medio los niños, y hacia la entrada, los adultos. El habitáculo se prolongaba en una estancia cubierta con ramas de palmera.
 

La cocina de María

En casa de María es probable que se consumiese con frecuencia carne de cordero o cabrito asados; a veces llegaría pescado salado, seco o ahumado, procedente del Mediterráneo (como el “ atún de España”) o del cercano Lago de Genesaret. Todo esto se acompañaría de grano tostado o pan de trigo o de cebada, No faltaban las aceitunas y otras frutas y verduras ( habas, lentejas, higos, moras, uvas, dátiles, bayas de sicomoro, etc.); también el queso y la manteca. Las langostas – que comía Juan Bautista en el desierto- también se comían en casa: cocidas rápidamente en agua y sal o secadas al sol, luego las encurtían en vinagre o miel,o las reducían a polvo; mezclado con flor de harina servía para hacer unas galletas muy apreciadas. Todos sabemos que había animales impuros: por supuesto el cerdo, pero también otros, como la liebre o el camello o en general todo animal que no hubiese sido desangrado.

Se bebía leche, vinagre cortado con agua, jugos de frutas, una especie de cerveza a base de cebada y mijo, y – por supuesto-  el vino tinto, que Palestina producía en gran cantidad. La vid es uno de los símbolos del pueblo de Israel…
 

Los viajes de María

Los Evangelios nos hablan expresamente de cuatro: 1.- de Nazareth hasta Ain Karim para visitar a su prima Isabel, 2.- a Belén cuando el censo y el Nacimiento de Jesús, 3.- a Jerusalén cuando Jesús cumplió doce años (probablemente lo que hoy se sigue llamando el “bar mispá”), además habría ido en muchas otras ocasiones, a las fiestas y después siguiendo discretamente a su Hijo. De Nazareth a Jerusalén hay unos 80 kilometros. El viaje solía hacerse a pie o en un burrito,casi nunca en solitario (sobre todo una mujer), sino en caravana. Al regreso de Jerusalén hacia el norte solían agruparse en un lugar que hoy se llama El Bireh. Fue allí cuando María y José se dieron cuenta de que habían perdido a Jesús. Es probable que se utilizase el llamado “camino romano”, construido por Pompeyo en el año 63 a.c.
 

Las “seis palabras” de María

1.- “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” Lc.1,34.

2.- “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Ibid. 38.

3.- “Proclama mi alma la grandeza del Señor…” Ibid.46…

4.- “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados”

5.- "No tienen vino"

6.- “ Haced lo que él os diga” Jn.2,5.
 

La muerte de María

Hay dos tradiciones. Si vamos a la Basílica de la Dormición de María, en el Monte Sión, veremos allí la estatua yacente de María y los apóstoles rodeándola.Según esto María se habría muerto (dormido) en Jerusalén cuando todavía estaban allí al menos algunos apóstoles.. La otra tradición enlaza con las palabras de Cristo en la cruz encomendando a su madre al cuidado del “discípulo amado”, a quien tradicionalmente se identifica con Juan evangelista. Este habría predicado el evangelio en Asia, llegando hasta Efeso,llevándose consigo a María. Allí se conserva  un monumento llamado “La Tumba de María”.

Ferrol, 27 de septiembre, fiesta de S.Vicente de Paúl
 

 

«Dios la llenó de gracia, pero la grandeza de María era interior, exteriormente era como las demás mujeres de su tiempo»

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