Un año más venimos desde la diócesis de Mondoñedo-Ferrol en peregrinación hasta este santuario de Lourdes. Venimos siempre con alegría, porque venimos a la casa de la Madre. Para muchos es una cita anual. Otros han venido por primera vez. Otros vienen cuando pueden. Para todos constituye un tiempo de gracia, de paz, de sosiego, de oración, de descanso, de experiencia de Iglesia y de Dios. ¡Qué bien haces las cosas, María! ¡Qué bien estamos aquí!
Este año nos hemos encontrado con muchos otros peregrinos en esta Casa de María. Hemos sentido el gozo de formar parte de una Iglesia católica, universal, diversa y muy rica. Cuando venimos a Lourdes y compartimos los actos con tantos otros peregrinos nuestra fe se amplía un poco y percibimos la acción de Dios más allá de nuestras parroquias, de nuestras comunidades, de nuestra diócesis… Dios actúa con generosidad y nos guía. Durante estos días hemos constatado la fe de su pueblo, la fe que también es joven, familiar, de otros colores y culturas… La fe que tiene en María un instrumento para llegar a Jesús. Venir a Lourdes, lo decimos muchas veces, nos hace ampliar nuestro corazón empequeñecido en tantas ocasiones y fortalecernos en la fe que tantas veces nos falla. ¡Gracías, María!
Al finalizar casi estos días queremos hacer la ofrenda de este cirio. Es un pequeño gesto que queremos hacer como Iglesia diocesana que camina en nuestras tierras de Galicia. Es un gesto que hacemos nosotros, pero que lo hacemos también en nombre de todos nuestros con-diocesanos, de nuestros familiares, vecinos y amigos. Queremos dejar aquí este cirio como luz que manifiesta nuestra oración y nuestro agradecimiento por lo mucho que Dios hace con nosotros, con nuestras familias, con nuestros paisanos, en nuestras comunidades. El cirio que dejamos como ofrenda es un símbolo de nuestra propia vida que se hace ofrenda al servicio de la sociedad en la Iglesia. Es el compromiso de ser luz a nuestro regreso a casa, con nuestro testimonio de fraternidad. El cirio representa nuestra vida que se va consumiendo y que se puede apagar si no estamos atentos a la llama que la da sentido porque ilumina, convoca, da calor.
Al encender hoy este cirio, delante de la Virgen de Lourdes, os invito a presentar nuestra plegaria al Padre por intercesión de María. Pedimos especialmente el don de la paz, que tanto necesita el mundo. Pedimos el don de la justicia, que es la base de la paz. Pedimos el don de descubrir la dignidad de cada persona, que permite tratarnos como hermanos.
Delante de la Virgen unimos también nuestra plegaria por nuestra Iglesia diocesana, por nuestros familiares y amigos, por todas las personas que viven en nuestras parroquias, por nuestros sacerdotes, por la vida consagrada, por todos los agentes de pastoral que entregan su tiempo en las diferentes tareas eclesiales: por los catequistas, miembros de liturgia, coros parroquiales, voluntarios de Cáritas, agentes de pastoral… Nuestra oración también es por aquellos que más nos preocupan hoy en nuestra comunidad, como son los jóvenes y los niños, las familias, los matrimonios especialmente los que atraviesan momentos difíciles. Recordamos también delante de María a las personas que sufren por cualquier motivo en nuestra diócesis: los enfermos, los que están en la cárcel, los que no tienen hogar o se sienten solos, los inmigrantes, los que no tienen trabajo o lo viven en situaciones indignas, los que atraviesan situaciones difíciles… En nuestra plegaria común hoy no puede faltar nuestra oración por Antonio Valín, futuro obispo de Tui-Vigo; y por Salva, nuestro último sacerdote ordenado. Con ellos oramos también por nuestros seminaristas y por las vocaciones sacerdotales y religiosas.
Me gustaría que, en esta oración a la Virgen por nuestra Iglesia diocesana de Mondoñedo-Ferrol, le pidamos especialmente que avive en nosotros el don de la esperanza. Esta esperanza que nos permita mirar al futuro desde la confianza de estar en las manos del buen Pastor y desde el compromiso de trabajar juntos en la construcción del Reino. Necesitamos muchos trabajadores para esta viña del Señor que él nos ha regalado y que él la hace muy fecunda. Nuestra vida es vocación, es misión.
Virgen de Lourdes: nosotros no podemos quedarnos más, pero dejamos en nuestro lugar este cirio. Que el fuego vaya quemando su cera y que su luz se eleve hacia ti como expresión de nuestra plegaria, de nuestro cariño y amor. Gracias por estos días que nos has concedido compartir contigo y con los hermanos. Gracias por esta experiencia de Dios. Salimos de aquí con gran alegría y con fuerza para seguir caminando. Sigue estando cerca de nosotros con tu corazón de Madre. Virgen de Lourdes, ruega por nosotros.
Santuario de Lourdes, jueves 4 de julio de 2024