Los grupos sinodales de nuestra diócesis seguirán reflexionando en lo que queda de curso pastoral con nuevas fichas de trabajo, realizadas a partir del documento de la Etapa Continental.
Nos encontramos en un segundo momento de compromiso como comunidad sinodal, y esta etapa recibe el nombre de “Etapa Continental”. El pasado mes de diciembre se celebraba de modo online la reunión nacional convocada por la Conferencia Episcopal Española. Participaron en la misma hasta 57 delegados diocesanos.
Se evaluó el trabajo realizado hasta el momento, manifestando que en esta segunda etapa vemos apurados los plazos de trabajo. El próximo 28 de enero se producirá la reunión presencial en Madrid (con la representación diocesana que encabezará nuestro vicario para la Sinodalidad, Antonio Rodríguez Basanta). Las conclusiones de esa asamblea en Madrid estarán presentes en la Asamblea Continental que tendrá lugar en Praga entre el 5 y el 12 de febrero, con la participación de 39 representantes de conferencias episcopales. De allí saldrá una síntesis para que en Roma se realice el material de trabajo con las aportaciones finales del Sínodo de los Obispos.
Los grupos de nuestra diócesis se encuentran compartiendo trabajo con tres fichas en esta etapa. La primera de ellas (la previa) parte de los testimonios anteriores y sus conclusiones; destaca el descubrimiento de trabajar de un modo sinodal, se parte del paradigma de “la tienda del encuentro” bíblica (Isaías 54) y plantea la preocupación de “ensanchar la tienda” para acoger a todos, y finalmente se destaca el momento necesario de conversión misionera en el que nos encontramos.
En un segundo material de trabajo y reunión se está tratando acerca de los frutos, semillas y malas hierbas de la sinodalidad, tratando el tema de la resistencia y pasividad como formas que adoptamos en la Iglesia en ocasiones y que frenan esta tarea. Se analizan circunstancias que dificultan nuestra tarea de evangelización, como son el envejecimiento, la falta de fuerzas o la disminución numérica. Nos acercamos así mismo al hecho e importancia del compromiso de nuestro bautismo.
En un tercer material (que acaba de ser enviado) se trata de la Iglesia como tienda del encuentro, se realiza una especial llamada a la dinamicidad y a ponerse en camino. Se plantean las necesidades que vemos hoy en la Iglesia y nos paramos especialmente en cuales son los cimientos de la fe, cómo mantener el equilibrio y centrarse en el Señor. Se trata, de algún modo, de ser capaces de diferenciar lo esencial y lo sucedáneo, para centrar nuestras fuerzas en lo central de la tarea misionera de la Iglesia.
El equipo diocesano está formado por cuatro laicos: Mar Sarmentero, delegada de Laicos, Familia y Vida; José Luis Fernández, delegado de Pastoral de la Salud; Luz María Pousa, delegada de Acción Católica; y Concha Quintela, responsable de la Comisión PROTEGE. Una consagrada: María Wladimir Mayoral, hija de la Virgen de los Dolores de Valadouro. Y un sacerdote, vicario para la Sinodalidad: Antonio Rodríguez Basanta.
Un trabajo importante y necesario en estos momentos porque “si la Iglesia no es sinodal, nadie puede sentirse verdaderamente en casa”.