Para orar cada día
1ª Semana del Tiempo Ordinario
Jueves 16 de enero de 2024. Festividad de San San Marcelo
Comentarios preparados por el sacerdote diocesano Jacinto Pedrosa
«‘Si quieres, puedes limpiarme’ (…). ‘Quiero; queda limpio’»
Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.
Comentario
La oración relanza a Jesús a su misión, que ahora extiende por toda Galilea. Las fronteras de Cafarnaúm quedan suprimidas, y también y, sobre todo, las que dividen a los hombres. Esta idea parece ser la que mueve a San Marcos a introducir aquí el relato de la curación de un leproso.
El leproso era el segregado por antonomasia (véase Lv 13, 45-46). La lepra era la mayor muralla social y una enfermedad que sólo Dios podía curar. Ante la petición humilde del “impuro”, Jesús no repara en tocar lo intocable y, en lugar de quedar contaminado, comunica su propia “pureza”. El marginado queda integrado. Quien estaba abocado a la muerte recupera la vida. Es un gesto extraordinario y revelador; aunque se pretenda silenciar, resulta imposible. El que experimenta el poder integrador y salvador de Jesús se convierte necesariamente en profeta.
Jesús nos toca, nos libera. Siempre es «buena noticia» todo contacto nuestro con él. Su palabra, si la vivimos, nos cura de la lepra que invade la pobreza de nuestra vida. El leproso curado proclama y difunde la noticia: ésa es la tarea de todo discípulo.
Para reflexionar
Querer curarse espiritualmente es, a buen seguro, más incómodo que querer curar físicamente. ¿Cuántas cosas hemos de decidirnos a dejar, cuántas cosas debemos cambiar? ¿Hemos decidido vivir como personas adultas en la fe, capaces de cargar, si es preciso, con el peso de los otros? Jesús nos toca cada día con su carne santísima: la eucaristía. Jesús quiere hacernos vivir no encerrados en nosotros mismos y separados de los otros, sino en comunión con todos y para todos.
Oración
¡Cuántos leprosos entre la muchedumbre que sigue a Jesús! Tal vez, todos; leprosos no sólo en la carne, sino, mucho más frecuentemente, en el espíritu. Y entre ellos también estoy yo, que intento acercarme a Jesús. ¡Señor, si quieres puedes sanarme! Es la oración del leproso, es la oración de todo el que tiene conciencia de necesitar ser sanado. ¿Es tu oración? Si lo es, Jesús te dice: «Quiero, queda limpio». Ahora bien, la curación tiene lugar si también tú lo deseas de verdad.