Bajo una lluvia inclemente, el pasado sábado 5 de octubre concluía la peregrinación a Santiago de las cárceles españolas. En esta ocasión fueron trece las prisiones de todo el país, con más de doscientos presos y presas, funcionarios, voluntariado y capellanes. Nuestro obispo, monseñor Fernando García Cadiñanos, acompañó durante toda la peregrinación al grupo de la cárcel de Teixeiro, conformado por diecinueve personas. Salieron desde Abadín y recorrieron el Camino Norte, pasando por Vilalba, Parga y Sobrado dos Monxes.
En palabras del obispo “ha sido una ocasión privilegiada de encuentro con personas a las que normalmente no solemos acoger ni escuchar. Una experiencia de caminar juntos, escuchándonos y abriéndonos al camino de la vida en el que sentimos la cercanía de Dios. Para mí es un privilegio poder acompañar a este grupo y, este año, haber conocido mucho mejor el Camino a su paso por nuestra diócesis: una maravilla”.
Aunque cada prisión eligió un camino para su recorrido, todas coincidieron el sábado en el Monte del Gozo, donde también participó el Secretario General de Instituciones penitenciarias, Ángel Luis Ortiz González, acompañado por los directores de algunas de las prisiones participantes. Tras la marcha hacia la catedral, allí se celebró la eucaristía presidida por el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Francisco José Prieto, y concelebrada por nuestro obispo, junto a un grupo numeroso de sacerdotes. En la invocación al apóstol, leída por dos presos, se pidió su intercesión para que la sociedad sea más sensible a la realidad penitenciaria, apostando por la inserción social. Esta es la opción de la Iglesia, que lleva en su esencia el perdón, la posibilidad de conversión y redención. En este sentido, la Pastoral Penitenciaria, promotora de la peregrinación, juega un importante papel en la cárcel y fuera de ella acompañando a las personas en el camino de la libertad, apoyando para que puedan rehacer sus vidas.
Tras la misa tuvo lugar un encuentro muy sentido en San Martiño Pinario, donde un representante de cada cárcel ofreció un testimonio sobre lo vivido durante estos días y lo que supuso en sus vidas esta experiencia de libertad y de encuentro. Para todos fue un momento muy emotivo. En palabras de Juan González-Redondo, capellán de Teixeiro, “nos llevamos fraternidad, amistad, esfuerzo, momentos de silencio y reflexión sobre la propia vida, y también encuentro con Jesús, el primer peregrino”.
La comida fraterna de todos juntos puso el broche final al encuentro, con la esperanza de volver a repetirlo el año que viene, y con la certeza de que cada uno emprendió el regreso a casa “por otro camino”.