Celia Sánchez Teijido es, además de madre de familia, catequista vocacional y agente de pastoral con un gran compromiso en varias parroquias de nuestra diócesis. Un testimonio valioso y esperanzado que hoy queremos compartir.
¿Cuándo comenzó tu compromiso parroquial y cómo empezaste a participar en la pastoral parroquial, arciprestal y diocesana?
Desde muy niña, y me preparaba para hacer mi primera comunión, ya tenía muy claro que quería ser catequista, como las que yo tenía, y poder enseñar lo que sabía de Jesús a los demás niños.
Con 12 años comencé en la parroquia de San Martiño de Xuvia- el Couto (así se llamaba entonces) a dar catequesis a los niños/as más pequeñitos, de la mano de don Arsenio. Con 16 años comencé a trabajar en hostelería e hice una parada de diez años. Al dejar este trabajo, volví a hablar con don Arsenio, ya tenía libre el domingo para incorporarme de nuevo al equipo de catequistas, acompañando a los chicos/as de confirmación.
Con 35 años me fui a vivir a Meirás (Valdoviño) y cuando mi hijo Martín hizo la primera comunión se necesitaban catequistas. Es ahí cuando el padre Juan Cabo, CMF (que Dios le tenga en su gloria) me invitó a colaborar en la catequesis. Inmediatamente dije que sí y dos años después centralizamos en Baltar la catequesis de O Val, Meirás, y Baltar. Esa fue la semilla de lo que hoy es el centro de catequesis de la UPA Claret, a la que paulatinamente se han ido sumaron las demás parroquias: Lago, San Bartolo, Sequeiro, Castro y San Mateo.
Como parte de mi formación catequética asistí, de mano de los padres claretianos Juan Cabo y Jesús Pérez, a un retiro espiritual de cuatro días en la casa de ejercicios que los claretianos tienen en León. Esa experiencia marcó un antes y un después en mi vida, racional, emocional y espiritualmente. Mi vida siempre estuvo muy vinculada a la Iglesia, es como un imán que me atrae, no sé cómo. Es una necesidad, un sentimiento y un amor muy profundos que no puedo expresar con palabras.
Desde el año 2009, ya como coordinadora del equipo de catequesis, comencé a asistir a los encuentros arciprestales para formación y preparación de convivencias para los chicos/as; y a participar en lo que puedo y el horario de nuestra catequesis me lo permite. Aparte de la experiencia adquirida, dentro de mis posibilidades estoy siempre abierta a las formaciones catequéticas que se me presenten.
¿Qué experiencia guardas de los momentos compartidos y qué dirías especialmente que aporta esta comunidad de sacerdotes claretianos?
La mejor experiencia para mí es la convivencia, la cercanía, la escucha, el acompañamiento y los consejos que he ido recibiendo de cada uno de aquellos con los que he colaborado, y este ya es el décimo octavo año que estoy a su lado. He aprendido a ver, sentir, interiorizar y asimilar la Sagrada Escritura de otra manera, a mirar con otros ojos y ver la mano de Dios en todo lo que nos rodea. A ver las huellas de Jesús a través de sus ojos, los ojos de los “Hijos del Inmaculado Corazón de María”, los CMF. Aportan el espíritu de san Antonio María Claret, el anuncio del evangelio, la necesidad de que Dios sea conocido, amado y alabado por todos. Suscitan en los seglares la necesidad de unión para formar grupos que trabajen juntos por el bien de la comunidad parroquial y de la UPA. Se preocupan especialmente por los enfermos, por los más necesitados, por los que menos que menos tienen, por los niños, por las personas más vulnerables, las que están solas…
Una experiencia muy interesante que ya cuenta con años de práctica es el oratorio de niños. ¿En qué consiste?
En Baltar comenzamos en el año 2014 a poner en práctica el oratorio de niños. Lo hacemos de una manera muy sencilla y a la vez muy profunda. Lo que pretendemos es que los niños/as aprendan a encontrar a Jesús en su corazón.
Tenemos una capilla dentro del propio convento, allí colocamos diez sillas alrededor de la alfombra en la que está la Sagrada Biblia (la Palabra de Dios) y una vela que representa el Espíritu Santo; esa alfombra es un espacio sagrado y no se puede pisar; en el sagrario está el Santísimo y los pequeños lo ven. Una vez que todos están sentados comenzamos con una explicación de los símbolos y a hablarles muy suavemente para que se vayan relajando. Cerramos los ojos y les decimos que intenten sentir a Jesús, pues él está allí, delante de cada uno: “Cuando dos o más se reúnan en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Les explicamos que pueden hablar con Jesús, contarle sus cosas más íntimas, lo que ellos llevan en su corazón. Hacemos unos minutos de silencio. A continuación escriben en folio cómo ha sido su experiencia, lo que han sentido… Finalizamos todos de la mano alrededor de la alfombra rezando el padrenuestro, el Ave María y el Gloria.
¿Cuál es el papel de los padres en la catequesis y cuál es su importancia?
Es acompañar a sus hijos, que estos vean y sientan que es importante lo que van a hacer, pues sus padres comparten esa experiencia a la vez que ellos mismos, y formarse un poquito más para poder iniciarlos en la fe católica. Su tarea es fundamental, ellos son los primeros catequistas de sus hijos: en casa, en su forma de vivir, de hablarse, de escucharse, de amarse y especialmente a la hora de comunicarse con los hijos, con dulzura, ellos aprenden lo que es el amor porque son amados, aprenden a perdonar cuando sus padres los perdonan, a pedir perdón si se portan mal, a ser responsables, a compartir con sus hermanos. Todo ello forma parte del proceso catequético, también al rezar con ellos les ayudan a conocer a Dios. Los niños son como un papel en blanco y todo lo que sus padres, con su ejemplo, escriben en ese papel, son los pilares fundamentales de su carácter para toda la vida. No obstante, no han faltado padres reticentes que presentan excusas por recibir la catequesis familiar. Pedimos al Espíritu Santo que toque sus corazones, para que se den cuenta del papel que desempeñan en su vida cristiana, en tanto que, son los primeros catequistas de sus hijos.
¿Qué tareas de apoyo y evangelización realizas en tu entorno y cuáles son los objetivos que te marcas o te gustaría que se alcanzasen?
Soy miembro activo en varios grupos: coordinadora de la catequesis y catequista; secretaria del Consejo de Pastoral de la UPA; colaboradora en el mantenimiento y cuidado del templo; miembro del grupo de Oración y Biblia; del grupo de La Palabra; participo también en el grupo de Adoración de la UPA; como en el grupo Sinodal. Ayudo en la formación de los/as catequistas jóvenes; colaboro con el padre Luis Cabielles en la edición, maquetación y distribución de una hojita digital, de cuatro páginas que hemos titulado “Padres Jóvenes” y que enviamos mensualmente por e mail. Mis objetivos son muy sencillos: continuar mi formación personal para poder ayudar más y mejor a quien me necesite; conseguir mayor implicación en las necesidades de la parroquia por parte de los seglares; la asistencia de los jóvenes a las actividades que se les ofrecen; y me encantaría que algún día se terminara el “siempre se hizo así” para poder avanzar en muchos proyectos.
¿Qué necesidades te preocupan más en la pastoral diocesana y en las parroquias de hoy?
Me preocupan muchas cosas: el menor número de sacerdotes; el envejecimiento de los seglares que participan en las celebraciones eucarísticas; la falta de interés de los jóvenes y padres/madres por formarse en lo que respecta a la liturgia; la falta de catequistas; la falta de niños en la catequesis, porque prevalecen sus actividades y deportes. Desgraciadamente, remitiéndome a los hechos que veo en nuestra realidad, los sacramentos se están convirtiendo en actos sociales sin concederles la profundidad que se merecen. Ahora parece que está de moda ser ateo, no creer en nada que no se pueda demostrar, pasar de la Iglesia y todo lo relacionado con ella… ¿Será que la fe está en crisis o que no transmitimos la Buena Noticia de manera que despierte el interés de los laicos por nuestro Señor Jesucristo, por el evangelio? José A. Pagola publicó hace unos años un libro que me parece muy interesante y viene muy bien en estos tiempos de “retroceso espiritual”. Su título es “Volver a Jesús”. Yo también creo que hay que volver a Jesús, al principio, a la piedra angular.
Entrevista de Javier Martínez, miembro de la secretaría diocesana de Comunicación