El archivo diocesano, clave en la investigación del crimen de Elisa Abruñedo

En abril del 2018, la policía de Estados Unidos localizaba por fin a Joseph James DeAngelo. En apariencia, un apacible expolicía jubilado de 72 años. En realidad, un asesino en serie de 13 personas durante los años ochenta. El hallazgo y detención del conocido como asesino del Golden State se logró gracias a la entonces revolucionaria indagación en los datos genéticos de millones de estadounidenses. La investigación con base en los bancos de ADN llegaba para solucionar crímenes sin resolver. Así ha sido en el caso de Elisa Abruñedo, que además ha combinado lo mejor de la ciencia actual con las investigaciones durante medio milenio de la Iglesia en Galicia. Porque el Archivo Histórico Diocesano de Mondoñedo ha aportado a este caso sus 10.000 libros parroquiales. Gracias a miles de partidas de nacimiento, de defunción y matrimoniales, los agentes realizaron un viaje de ida y vuelta a lo largo de 500 años hasta encontrar a Roger Serafín Rodríguez.

Bajo el mando del reverendo Félix Villares Mouteira, este archivo histórico diocesano funciona como «un búnker con 10.000 libros que protexemos, ata fumigámolos dúas veces ao ano contra a posible couza e así evitar o seu deterioro». El responsable de estas instalaciones ubicadas en la plaza de la catedral de Mondoñedo recalca que los agentes «viñeron como uns investigadores máis e eu faciliteilles os libros sen saber que chegaban por este caso».

La Guardia Civil se zambulló en papeles de hasta finales del siglo XVI, «na época do Concilio de Trento», para trazar el árbol genealógico del asesino. El proceso fue el siguiente. A partir del ADN hallado en el cuerpo de Elisa se persiguió la pista por toda la comarca, pero los resultados no eran concluyentes al no coincidir con ningún registro de las bases de datos. Hace dos años se intensificaron los controles aleatorios y voluntarios entre varones hasta tener una prueba positiva. Se halló en el 2021 a una persona cuyo ADN coincidía en parte con el del criminal. Se trataría de un pariente lejano y se necesitaba indagar en el árbol genealógico hasta llegar al origen de la familia, para después regresar rama a rama hasta el hombre que supuestamente mató a Elisa Abruñedo.

En menos de un año ya se había trazado todo el árbol genealógico. Fue entonces cuando se combinaron todas las piezas para resolver el crimen: nombres de los varones familiares del que había dado positivo en el ADN, dentro de ellos, los pelirrojos, ya que los restos hallados en la víctima correspondían a un hombre de estas características (con el gen MC1R receptor de la melanocortina). Dentro de estos, alguien que hubiera poseído un Renault… Y finalmente, la identificación final del principal sospechoso tras un seguimiento.


Partidas de defunción «ricas»

Explica Félix Villares que «os arquivos diocesanos teñen unha gran importancia dende o punto de vista demográfico, porque en cada partida de bautismo aparece o barrio do neno, nomes de pais, avós e padriños». Hay partidas de defunción «que son moi ricas porque poñen testamento, ante quen se elaborou, os fillos». Y ayudan a comprender ciertas épocas, «como aquelas nas que os varóns levan o primeiro apelido do pai, e as mulleres o primeiro apelido da nai». Todo eso complicó una investigación muy minuciosa, en la que los agentes sortearon casos de mujeres espontaneadas: las que registraban a sus hijos de padre desconocido en una época en la que abundaban los no reconocidos, sobre todo en los siglos XVIII y XIX.

Depósito de libros parroquiales

Pero incluso en esos casos, la Iglesia apuntaba los nombres de los posibles padres. Como relata Villares, «damos cita previa para consultar o arquivo segundo dispoñibilidade de prazas e días, facilitamos os libros con solicitude escrita e coa lexislación de protección de datos, pero non os dos últimos cen anos». Esos documentos del último siglo solo se pueden consultar si todos los que figuran en ellos están muertos. Y toda la investigación se realiza de forma manual, papel a papel.

El archivo diocesano es de gran ayuda para conceder la nacionalidad española, con partidas de abuelos y padres de los emigrados. Pero ahora ha servido para localizar al supuesto asesino de Elisa Abruñedo, violada y acuchillada en el 2013 en Cabanas.

Fuente: La Voz de Galicia. Edición Ferrol

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