Virgen del Carmen, estrella de los migrantes

  • Mensaje del obispo de Mondoñedo-Ferrol con motivo de las fiestas del Carmen en la parroquia de As Pontes

Durante siglos, cuando no había otros medios más sofisticados, ni existían apenas cartas de navegación, los navegantes surcaban los mares fijándose en las estrellas que les indicaban la correcta dirección en la que navegar. A través de ellas, las embarcaciones se guiaban por las noches para llegar sanos y salvos al puerto seguro. Asentados en esta tradición, los cristianos invocaron a María, especialmente en su advocación de la Virgen del Carmen, como “estrella de los mares”, es decir, estrella que nos permite contemplarla siempre luciente y no perdernos en las oscuridades y tormentas de la vida. En efecto, cuando miramos a María descubrimos la correcta dirección en la vida, un horizonte que nos conduce a la plenitud de la vida que es vivir en Cristo y para Cristo. Por eso, celebrar a la Virgen del Carmen, nos recuerda que tenemos que contemplar a María: mirar su vida y dirigirnos hacia ella para que, la barquichuela de nuestra vida, pueda llegar a buen puerto, al puerto definitivo de nuestra esperanza que es Cristo.

Hace pocos meses visitaba Senegal (África), de donde salen muchos cayucos llenos de emigrantes con destino a la Ruta Atlántica en Canarias. Igualmente, me encontré en la isla de El Hierro con subsaharianos que habían hecho esta ruta. Me llamó la atención que, tanto los musulmanes como los cristianos, al entrar en la barca, invocan el nombre de Dios para que sea Él el que los guíe y los conduzca a la “tierra prometida”. Además, la mayoría de los cayucos tienen alguna frase del Corán que habla de esta confianza en Dios; y otros, muy pocos, una imagen de la Virgen en quien ponen su confianza filial en este viaje tan complejo.

En estas fiestas del Carmen de As Pontes me gustaría tener un recuerdo muy especial a todas las personas (se estima en 10.400 personas las que fallecieron en el año 2024) que fallecen en el mar, sin ninguna placa, sin ninguna oración, sin ningún ramo de flores… Pongámosles en las manos de la Virgen del Carmen: ellos son también marineros, como los que se ganan el pan en este duro trabajo en nuestras costas de Mondoñedo-Ferrol. Es urgente trabajar por un mundo más justo y por buscar rutas más seguras que propicien la acogida y la integración de nuestros hermanos más pobres.

Me gustaría también que hiciéramos nuestra la experiencia de estos hermanos que se montan en las pateras y que sienten simultáneamente la fragilidad y la confianza en Dios. En el fondo, nuestra vida entera está recogida en esa experiencia. Nosotros también somos frágiles, aunque nos parapetemos en la cultura del bienestar y de la tecnocracia. Por eso, es urgente avivar nuestra confianza en Dios que nos lleve a una relación de amistad con Él para vivir con más paz, más misericordia, más alegría, más fraternidad.

La Virgen del Carmen está en el corazón de todo pontés. Ella es motivo de fiesta, de reencuentro, de unión, de oración. Que ella, como buena estrella de los mares, nos permita situarnos adecuadamente en la encrucijada de nuestro mundo, de este cambio de época en que vivimos. Que ella nos bendiga y nos haga sensibles hacia los navegantes que comparten travesía en el mar de nuestro mundo. Que ella nos indique el sol que es Cristo y sin el que no podemos vivir, porque en Él encontramos calor, vida, luz, fuerza, vitamina… ¡Felices fiestas!

+ Fernando, obispo de Mondoñedo-Ferrol

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