Para orar cada día

4ª Semana del Tiempo de Pascua
Domingo 21 de abril de 2024. Festividad de San Anselmo
Comentarios del sacerdote diocesano Óscar Fernández Expósito

«Yo soy el buen pastor»

Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, Jesús habló así: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.

»También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre».


Comentario

Tras haber proclamado en los domingos anteriores distintos relatos de las apariciones de Jesús resucitado, en estos domingos siguientes se nos presenta el misterio de Cristo de forma más unitaria. Hoy se nos presenta bajo la figura del Buen Pastor, que conoce a sus ovejas y da la vida por ellas.

Esta es una de las imágenes más famosas y bonitas para expresar el ser de Jesús, que es Uno con el Padre, presentado como pastor en el Antiguo Testamento (cf. Sal 23: el Señor es mi pastor). Con frecuencia se añaden a esta imagen joánica características del pastor de las parábolas de la oveja perdida según los sinópticos, resultando en la presentación de un Jesús que lleva sobre sus hombros la oveja.

Sin embargo, en este discurso se nos dice algo más profundo. Jesús aparece con una soberana libertad, no solo en cuanto que no es constreñido por nada o por nadie, sino para entregar la vida por las ovejas (por nosotros, perdidos tantas veces, aunque no se destaca aquí esa clave de ser pecadores). Esto lo hace en una unidad de ser y de acción con el Padre que le ha enviado. Jesús se revela como Dios, capaz sin embargo, de morir y resucitar por amor. La finalidad es la unidad del rebaño, tanto de las ovejas de aquel entonces como de las que están en otros lugares y en otros tiempos: “tengo otras ovejas”. Así, Jesús se muestra como el Salvador del mundo, que une a todos los hijos de Dios dispersos. En su cruz, alzado, atrae a todos hacia sí. De esta manera se muestra también esa nota de la Iglesia, que decimos en el credo es Una y Católica (universal), además de santa y apostólica. El don de la vida del Pastor bueno y hermoso (καλον) va unido a un conocimiento mutuo de Pastor y grey: “Conozco a las mías y ellas me conocen”. Todo esto contrasta con el lobo y el asalariado, que se aprovechan, que no dan la vida propiq, sino que incluso arrebatan la de los demás.


Para reflexionar

¿Y yo? ¿Reconozco en Jesús al pastor de mi alma, que me conoce, “me amó y se entregó por mí”? ¿Mi actitud es como la suya, de libremente entregarme por los otros, o más bien busco aprovecharme, incluso con pretextos piadosos, y vivo un egoísmo espiritual?


Oración

Jesús, buen pastor, que das la vida, haz mi corazón semejante al tuyo. Conóceme y haz que te conozca cada día más.